La coordinadora del área de Género, Ada Acevedo, explicó que uno de los dispositivos está vinculado a una tobillera que se le coloca al agresor, con la cual no puede alejarse más de 30 metros del rastreador ya que genera una alerta inmediata.
A su vez, este dispositivo está interconectado con otro rastreador que posee la víctima en todo momento, el cual contiene un radio de protección y que emite alertas en caso de detectar al otro dispositivo en una distancia menor a los 200 metros a la redonda. A este espacio se lo denomina “zona restringida” en la cual el agresor no puede inmiscuirse, ya que es considerado una transgresión.
Acevedo comentó también que “estos dispositivos son dinámicos, siempre que la víctima se mueva va a tener esa protección de 200 metros, más una distancia de advertencia que pone el sistema que representan 200 metros más”.
De esta manera, cuando el agresor se acerca a la víctima, la guardia se comunica inmediatamente con él para indicarle que tiene que alejarse porque está por transgredir, otorgándole unas coordenadas donde tiene que dirigirse para alejarse.
La Coordinadora aclaró que “todas estas alertas quedan registradas en el sistema y sirven de prueba en una causa penal. Además, cuando les damos el alta a los dispositivos para activarlos se hace una capacitación a los usuarios sobre el uso y se advierte al agresor los perjuicios que tendrá si incumple las pautas del programa”.